lunes, 29 de febrero de 2016

Del Brexit al Refugees are (not) Welcome (II)



Al momento de escribir éstas líneas siguen llegando noticias sobre nuevas llegadas de refugiados por Europa oriental. Asistimos no a una crisis humanitaria como se ha repetido hasta la saciedad sino a una crisis de gestión aún más diría yo, a una auténtica crisis de identidad y de valores de la propia Unión Europea. Europa encalla como si fuera un dingui de los que usan los refugiados en su travesía hacia Lesbos. La Europa de Schengen se desmorona cada vez que inicia la construcción de una nueva valla para impedir el libre tránsito de estos flujos de refugiados. Llama poderosamente la atención cómo aquellos estados del este que más se han beneficiado de la libertad de circulación para sus nacionales cuando ingresaron en la Unión Europea, ahora son los primeros a la hora de exigir exiguos cupos de refugiados y levantar alambradas cada vez más altas.

Esta es la Europa del “¡Sálvese quien pueda!” que pretende convertir a Grecia en un enorme campamento de acogida al aire libre.

Decepcionante fue el pasado Consejo Europeo celebrado los días 18 y 19 de febrero. Leo las primeras líneas de sus conclusiones y lo primero que me encuentro es una alabanza a la recién estrenada misión de la OTAN de vigilancia y patrulla por el mar Egeo y a la cooperación UE-Turquía para detener los flujos de personas hacia Europa. Las prioridades están claras. Los aspectos humanitarios y de solidaridad quedan relegados a un segundo o tercer plano. Todos satisfechos y cada uno a su casa tranquilo.


Me quedan muchas dudas, muchos interrogantes. ¿Realmente podrá la misión de la OTAN impedir esta ola de desesperación? ¿Es Turquía un país seguro para estas personas? ¿Es viable una Unión Europea cada vez con más restricciones y excepciones a sus principios más básicos? Algunos expertos alertan de que pueden aparecer nuevos flujos de personas provenientes de otros países como Argelia. Mientras me hago estas preguntas, en Europa la vida sigue y continúan las manifestaciones anti-extranjeros, las políticas de confiscación de bienes de los recién llegados, las puertas pintadas de otro color en las casas de acogida, los progromos contra las casas de refugiados… Al mismo tiempo, escucho historias como la de Maissa Nur el Din y sus dos hijas que fallecieron el pasado 21 de Enero intentando llegar a Europa, que nos trae el gran Nicolás Castellano. Entonces ponemos cara a la tragedia y tomamos conciencia que, salvando las circunstancias y la distancia, podrían ser perfectamente nuestras caras las que ocuparan la foto de esa noticia.

lunes, 22 de febrero de 2016

Del Brexit al Refugees are (not) Welcome (I)

Banderas de la Unión Europea
Fuente: http://www.francebleu.fr


Comenzamos una nueva semana todavía con la resaca de la última reunión del Consejo Europeo de los pasados días 18 y 19 de febrero, en la que los jefes de estado y de gobierno acordaron un régimen especial para el Reino Unido dentro de la propia Unión Europea. Reino Unido siempre ha sido una rara avis dentro de la Unión que ya de por sí disfruta de una serie de privilegios tales como mantener su moneda propia, no participar en el acervo de Schengen, ejercer controles fronterizos así como inaplicar toda una serie de actos y disposiciones relativas a la cooperación policial y judicial, entre otros. Ahora ha ido un poco más allá a través del último acuerdo alcanzado sacralizando esta especie de excepcionalidad y abriendo la puerta a que otros estados puedan adoptar posiciones similares. Esto supone un ataque en toda regla a la línea de flotación de los principios y valores sobre los que se comenzó a construir la Unión. ¡Qué diría Robert Schuman si levantara la cabeza! La Unión Europea surgió de las cenizas que dejó la Segunda Guerra Mundial, para superar los rencores de la contienda y con el claro objetivo de avanzar hacia un modelo político federal a través de la previa unión económica. Hoy por el contrario, surgen numerosas voces en el seno de la Unión que incitan a una clara tendencia aislacionista y a la reafirmación de las soberanías nacionales, de las que el Reino Unido es su máximo exponente. Esto, como ya dije, socava de manera peligrosa los pilares de la Unión Europea por diversas razones:

  1. Contradice claramente el principio de no discriminación del artículo 21 de la Carta de derechos fundamentales de la Unión Europea por el que: Se prohíbe toda discriminación por razón de nacionalidad en el Ámbito de aplicación del Tratado constitutivo de la Comunidad Europea y del Tratado de la Unión Europea y sin perjuicio de las disposiciones particulares de dichos Tratados.

  1. Habilita a los estados para introducir reservas y excepciones en futuros acuerdos y tratados que se celebren en el seno de la Unión, en función de intereses particulares nacionales. Los Tratados de la Unión Europea llevan implícitos un proceso gradual de cesión de soberanía.

  1. Resulta paradógico que en clave nacional se apele a la unidad mientras que en el ámbito comunitario se permita a los distintos estados tomar decisiones unilaterales. Esta política no puede más que alentar las ansias independentistas de determinados territorios dentro de la UE, privándose a ésta de argumentos para contrarrestarlas. Tenemos los ejemplos de Escocia Y Cataluña.

  1. Se trata de una decisión profundamente injusta, insolidaria y ajena a cualquier principio de equidad. Un proceso de integración implica consecuentemente cesiones ya que, del mismo modo, el Reino Unido se beneficia en muchos aspectos de su pertenencia a la Unión.

  1. Se produce una involución grave en el proceso de integración introduciendo nuevamente la figura del ciudadano extranjero, sujeto titular de menos derechos, en detrimento de la ciudadanía comunitaria que se equipara en derechos a los ciudadanos nacionales.

  1. El Acuerdo da la espalda a la realidad ya que lo cierto es que cientos de miles de ciudadanos británicos residen en otros países de la UE. Sin ir más lejos, en el año 2015 residían en España 280.346 ciudadanos de aquel país con certificado de registro. Según algunas estimaciones, más de 800.000 son los británicos que viven en los llamados despectivamente “PIGS” (Portugal, Irlanda, Grecia y España).

  1. Especialmente graves son las restricciones que se introducen la libertad de circulación dentro de la Unión Europea, principio básico de la misma, y al acceso a beneficios sociales en igualdad de condiciones que los nacionales del estado miembro. Dichas restricciones se construyen bajo una falsa premisa de abuso de derecho.

"Lo cierto es que cientos de miles de ciudadanos británicos residen en otros países de la UE".



En definitiva, este Acuerdo es un mal augurio y no presagia nada bueno para el futuro más inmediato de la Unión Europea. El Primer Ministro británico David Cameron ya ha fijado la fecha, el 23 de junio, para celebrar el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Hay que esperar al resultado y además el pronunciamiento del Tribunal de Justicia de la UE pero el daño en la misma ya está hecho. Igualmente, en dicho Consejo se tomaron algunas importantes decisiones sobre Migraciones pero eso ya es materia de una próxima entrada.

lunes, 15 de febrero de 2016

¿Por qué vienen los refugiados de Siria?

¿Por qué vienen tantos refugiados de Siria? Es la pregunta que muchas personas se hacen al ver las imágenes de cómo personas de toda edad y condición se juegan sus vidas en las costas griegas por alcanzar el sueño europeo.



Antes de analizar esta cuestión, vamos a remontarnos un poco al pasado. La cuestión Siria es un capítulo más en la historia de las ambiciones coloniales de las potencias europeas. Durante la Primera Guerra Mundial, concretamente en 1916, Francia y Gran Bretaña suscribieron el acuerdo secreto de Sykes-Picot por el que se delimitaban las “zonas de influencia” de ambas potencias imperiales para el caso de que el imperio otomano, que era quien ostentaba la titularidad de dichos territorios, fuera derrotado en la contienda. A esto hay que añadirle las estipulaciones que acordaron posteriormente los estados vencedores de la Primera Guerra Mundial en los Tratados de Sevres (1920) y Lausana (1923), por los que definían el estatus y régimen de los territorios en cuestión. La definición de fronteras y el régimen de los territorios se hizo exclusivamente atendiendo a criterios puramente económicos sin atender la diversidad étnica, cultural, tribal, política y religiosa de la zona. Esto iba a marcar decididamente el destino de toda la región.



Siria quedó tras las dos grandes guerras bajo mandato francés, tal y como se había dispuesto en los tratados internacionales anteriormente mencionados. Hay que decir que en todo este período, existió un importante movimiento nacionalista que ansiaba la independencia así como la liberación definitiva del yugo colonial. Este movimiento fue constantemente reprimido por la fuerza. No será hasta el año 1947 en que Siria ganaría su completa independencia. Después, el país se involucró en varias guerras con el recientemente creado estado israelí, de las que salió derrotada. Estuvo entre los años 1958 al 61 unida a Egipto a través de la entidad de la República Árabe Unida. En aquellos tiempos se consolida un fuerte sentimiento panarabista, fomentado desde el bloque soviético liderado por la URSS, que al mismo tiempo le proveía importantes cantidades de armamento. Esta alianza se constituía en oposición al bloque liderado por Estados Unidos, en el marco de la Guerra Fría. En el año 1970, Hafez al-Asad toma el poder sentando las bases del régimen político actual mediante la implantación del partido Baaz árabe-socialista.

"La definición de fronteras y el régimen de los territorios se hizo exclusivamente atendiendo a criterios puramente económicos sin atender la diversidad étnica, cultural, tribal, política y religiosa de la zona. Esto iba a marcar decididamente el destino de toda la región".


Todos estos antecedentes son claves para entender la situación actual y el complicado puzzle de la realidad política, social y económica de Siria. Siria ocupa una importante posición estratégica en el mediterráneo oriental debido a las posibilidades que ofrece como punto de tránsito para el transporte de petróleo y gas desde los países productores. De ahí que Rusia tenga importantes intereses en la zona, ocupando así una base naval en Tartus. El país está formado por un complejo crisol religioso y cultural. Una élite alauí de tendencia chiita, a la que pertenece el actual presidente Basser Al-Asad, se impone sobre el resto de la población mayoritariamente musulmana sunnita. A dicha élite se le unen altas clases sunnitas y los cristianos. Al norte, existe una importante comunidad kurda, tradicionalmente marginada y perseguida por el gobierno central, que actualmente se ha levantado en armas y ocupa una franja de territorio en la zona fronteriza con Turquía.

El detonante de la actual guerra abierta fueron las protestas populares iniciadas al calor de las revueltas de las primaveras árabes de 2011. Siria llevaba varios años inmersa en una profunda crisis estructural con una tasa de desempleo insostenible y aquejada de una prolongada sequía que había lanzado a miles de campesinos de las zonas rurales a los suburbios de las grandes ciudades. A esto se le suma el incremento exponencial de la población y el estado generalizado de corrupción y nepotismo imperante en el aparato estatal. Dichas revueltas fueron reprimidas brutalmente por el gobierno. Especialmente destacable es el hecho simbólico de la muerte del menor de 13 años Hamza Ali Al-Khateeb, torturado y asesinado por las fuerzas de Al-Assad mientras se encontraba detenido por haber participado en las protestas.


El actual conflicto, lejos de ser una revuelta popular, se ha convertido en un conflicto regional en el que operan más de 1000 grupos armados de distintas tendencias y apoyados por países extranjeros de entre los que destacan Rusia, Estados Unidos, Turquía, Israel y Arabia Saudí de una larga lista. El papel de estas potencias se inclina claramente a la defensa de intereses geo-estratégicos propios que poco o nada tiene que ver con las demandas y reivindicaciones de las protestas originales. Siria a día de hoy puede calificarse como un estado fallido. En medio de este caos, se encuentra la población civil Siria. Puede decirse que se trata de uno de los conflictos más crueles de la historia en la que los ataques a la población civil se utilizan de manera generalizada como arma de guerra. Se está empleando contra esa misma población civil armamento poco selectivo y de gran potencia destructiva como las bombas de barril y de fragmentación. Incluso se están llevando a cabo operaciones militares con el objetivo de producir un flujo de refugiados y crear problemas de carácter logístico en el bando enemigo. A esto hay que añadir la severa crueldad con la que operan ciertos grupos que propugnan un islam de carácter fundamentalista y radical y que se encargan de eliminar de manera sistemática a todos los opositores a estas creencias dentro de sus zonas de dominio.

"Puede decirse que se trata de uno de los conflictos más crueles de la historia en la que los ataques a la población civil se utilizan de manera generalizada como arma de guerra".


Éstas y no otras son las auténticas razones que provocan el éxodo masivo de ciudadanos sirios al exterior. Se estima que en cinco años de guerra han muerto casi medio millón de personas, según algunas estimaciones. Y si nos quejamos de los que consiguen llegar hasta Europa, sólo tenemos que hacer un repaso de las escalofriantes cifras de refugiados en los países del entorno más cercano: 2 millones y medio en Turquía, más de 1 millón en Líbano, más de 500.000 en Jordania… La reciente marcha del conflicto, en el que algunos países de la región no ocultan sus intenciones de implicarse aún más en el mismo, no ofrece expectativas nada halagüeñas de cara a la pacificación de la zona. La respuesta que debemos dar desde esta nuestra Unión Europea no puede ser otra que desde la ley y el derecho. El ordenamiento no dice otra cosa sino establecer una obligación jurídica de proteger a los refugiados. Además, honradamente pienso que desde Europa tenemos una importante responsabilidad histórica en la gestación del conflicto. Caso contrario, podemos empezar a plantearnos en extirpar de nuestros ordenamientos la Convención de Ginebra de 1951.

sábado, 6 de febrero de 2016

El copago humanitario


 


Dinamarca recientemente ha aprobado una ley por la que los solicitantes de asilo sólo podrán conservar el equivalente a 1.340 euros. Suiza y algunos estados alemanes ya tienen vigentes disposiciones legales en ese sentido. Además, estos estados dicen que las medidas planteadas son perfectamente legales. Parece que los países más prósperos del norte de Europa se han lanzado a una alocada competición en el que el trofeo es parecer lo menos atractivo posible al previsible flujo de refugiados que se espera y así, por lo tanto, recibir un considerablemente inferior número de llegadas. Y todo ello después de que, pasados los primeros momentos de conmoción tras visionar las terribles imágenes de niños de corta edad muertos en las costas griegas y la consiguiente ola de solidaridad y compasión que prendió en los corazones de la población europea, hemos pasado a otra fase muy distinta. Los refugiados son molestos, incómodos, incluso ya se pone en duda si realmente vienen a buscar protección o por el contrario se trata de una lenta y constante “invasión” cuyo objetivo final es la islamización de Europa.

Con independencia de estas consideraciones, las condiciones de acogida a los solicitantes de asilo en Europa vienen reguladas en la Directiva 2013/33/EU del Parlamento Europeo y del Consejo de 26 de junio de 2013. El artículo 17.3 de la citada norma comunitaria señala lo siguiente:

Los Estados miembros podrán conceder todas o algunas de las condiciones materiales de acogida y de atención sanitaria a condición de que los solicitantes carezcan de medios suficientes para tener atención sanitaria y un nivel de vida adecuado que les permita subsistir".

Seguidamente, el punto 4 del mismo artículo dice lo siguiente:

"Los Estados miembros podrán exigir a los solicitantes que sufraguen o contribuyan a sufragar los costes inherentes a las condiciones materiales de acogida y a la atención sanitaria previstos en la presente Directiva con arreglo a lo dispuesto en el apartado 3 cuando los solicitantes tengan recursos suficientes, por ejemplo si han trabajado durante un período de tiempo razonable”.

Parece de lógica y sentido común establecer límites a la prestación de servicios sociales por parte del estado cuando concurran circunstancias de existencia de rentas elevadas pero vamos a ver como esta especie de “copago humanitario” es ciertamente engañoso por una serie de razones que expongo seguidamente:

1. Queda lejos de toda duda establecer que el colectivo refugiado es altamente vulnerable y como tal, existe una obligación de atenderlo y prestar una serie de servicios sociales básicos, con independencia de su situación económica. A nadie se le ocurriría, por ejemplo, discutir si a una mujer maltratada se le niega el apoyo y la asistencia por tener una situación de vida acomodada.

2. Parece claro que el espíritu de la Directiva hace referencia a una posterior mejora de la situación económica o percepción de ingresos periódicos y así parece desprenderse de la mención al trabajo “...durante un período de tiempo razonable” del artículo 17.4 de la Directiva sobre condiciones de acogida.

3. El disponer de una importante cantidad de dinero no es nada extraño si tenemos en cuenta que se trata de personas que han tenido que huir de manera precipitada y tal vez para ello hayan tenido que vender joyas, bienes y enseres personales para poder establecerse en un país nuevo y desconocido. Tampoco debemos perder de vista las importantes cantidades de dinero que hayan ido pagando a los traficantes por el camino.

4. La medida en cuestión parece más bien tener efectos disuasorios respecto de la llegada de nuevos refugiados a los prósperos países del norte de Europa y un cierto carácter populista para "tranquilizar" a las alarmadas opiniones públicas de los países europeos.

5. Por último y no por ello menos importante, el debate es ciertamente falaz ya que los refugiados contribuyen de igual manera al sostenimiento del estado de bienestar a través de los impuestos y tasas que pagan al estado que, por cierto, son los mismos que pagamos todos los ciudadanos.

En definitiva, en esta Europa neoliberal, insolidaria y cicatera con los refugiados que vienen a tocar en nuestra puerta hay una profunda crisis pero no humanitaria sino política y afecta a lo más profundo de las raíces sobre las que se construye el propio edificio europeo. Esta clase de "copago humanitario" que se ha empezado a imponer en algunos países del norte de Europa, es en sí una medida de carácter confiscatorio impensable en nuestro ordenamiento jurídico de acuerdo con el artículo 31 de la Constitución por el que "Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio".

Ante la catástrofe humanitaria que tenemos delante (y lo que está por venir) no podemos permanecer como meros espectadores. Una situación así exige de medidas que vayan más allá de la aplicación de un Reglamento como el de Dublín que penaliza a los países con mayor volumen de entradas y que suelen ser los del sur de Europa. Deben establecerse ya de una vez mecanismos realistas y rigurosos de reparto de "cargas" dentro de la unión, establecer vías y cauces seguras por las que transiten los refugiados en camino y, por último, introducir medidas para permitir el acceso al procedimiento de asilo a aquellas personas que nunca podrán ni siquiera plantearse el comienzo del viaje (reasentamiento).