lunes, 15 de febrero de 2016

¿Por qué vienen los refugiados de Siria?

¿Por qué vienen tantos refugiados de Siria? Es la pregunta que muchas personas se hacen al ver las imágenes de cómo personas de toda edad y condición se juegan sus vidas en las costas griegas por alcanzar el sueño europeo.



Antes de analizar esta cuestión, vamos a remontarnos un poco al pasado. La cuestión Siria es un capítulo más en la historia de las ambiciones coloniales de las potencias europeas. Durante la Primera Guerra Mundial, concretamente en 1916, Francia y Gran Bretaña suscribieron el acuerdo secreto de Sykes-Picot por el que se delimitaban las “zonas de influencia” de ambas potencias imperiales para el caso de que el imperio otomano, que era quien ostentaba la titularidad de dichos territorios, fuera derrotado en la contienda. A esto hay que añadirle las estipulaciones que acordaron posteriormente los estados vencedores de la Primera Guerra Mundial en los Tratados de Sevres (1920) y Lausana (1923), por los que definían el estatus y régimen de los territorios en cuestión. La definición de fronteras y el régimen de los territorios se hizo exclusivamente atendiendo a criterios puramente económicos sin atender la diversidad étnica, cultural, tribal, política y religiosa de la zona. Esto iba a marcar decididamente el destino de toda la región.



Siria quedó tras las dos grandes guerras bajo mandato francés, tal y como se había dispuesto en los tratados internacionales anteriormente mencionados. Hay que decir que en todo este período, existió un importante movimiento nacionalista que ansiaba la independencia así como la liberación definitiva del yugo colonial. Este movimiento fue constantemente reprimido por la fuerza. No será hasta el año 1947 en que Siria ganaría su completa independencia. Después, el país se involucró en varias guerras con el recientemente creado estado israelí, de las que salió derrotada. Estuvo entre los años 1958 al 61 unida a Egipto a través de la entidad de la República Árabe Unida. En aquellos tiempos se consolida un fuerte sentimiento panarabista, fomentado desde el bloque soviético liderado por la URSS, que al mismo tiempo le proveía importantes cantidades de armamento. Esta alianza se constituía en oposición al bloque liderado por Estados Unidos, en el marco de la Guerra Fría. En el año 1970, Hafez al-Asad toma el poder sentando las bases del régimen político actual mediante la implantación del partido Baaz árabe-socialista.

"La definición de fronteras y el régimen de los territorios se hizo exclusivamente atendiendo a criterios puramente económicos sin atender la diversidad étnica, cultural, tribal, política y religiosa de la zona. Esto iba a marcar decididamente el destino de toda la región".


Todos estos antecedentes son claves para entender la situación actual y el complicado puzzle de la realidad política, social y económica de Siria. Siria ocupa una importante posición estratégica en el mediterráneo oriental debido a las posibilidades que ofrece como punto de tránsito para el transporte de petróleo y gas desde los países productores. De ahí que Rusia tenga importantes intereses en la zona, ocupando así una base naval en Tartus. El país está formado por un complejo crisol religioso y cultural. Una élite alauí de tendencia chiita, a la que pertenece el actual presidente Basser Al-Asad, se impone sobre el resto de la población mayoritariamente musulmana sunnita. A dicha élite se le unen altas clases sunnitas y los cristianos. Al norte, existe una importante comunidad kurda, tradicionalmente marginada y perseguida por el gobierno central, que actualmente se ha levantado en armas y ocupa una franja de territorio en la zona fronteriza con Turquía.

El detonante de la actual guerra abierta fueron las protestas populares iniciadas al calor de las revueltas de las primaveras árabes de 2011. Siria llevaba varios años inmersa en una profunda crisis estructural con una tasa de desempleo insostenible y aquejada de una prolongada sequía que había lanzado a miles de campesinos de las zonas rurales a los suburbios de las grandes ciudades. A esto se le suma el incremento exponencial de la población y el estado generalizado de corrupción y nepotismo imperante en el aparato estatal. Dichas revueltas fueron reprimidas brutalmente por el gobierno. Especialmente destacable es el hecho simbólico de la muerte del menor de 13 años Hamza Ali Al-Khateeb, torturado y asesinado por las fuerzas de Al-Assad mientras se encontraba detenido por haber participado en las protestas.


El actual conflicto, lejos de ser una revuelta popular, se ha convertido en un conflicto regional en el que operan más de 1000 grupos armados de distintas tendencias y apoyados por países extranjeros de entre los que destacan Rusia, Estados Unidos, Turquía, Israel y Arabia Saudí de una larga lista. El papel de estas potencias se inclina claramente a la defensa de intereses geo-estratégicos propios que poco o nada tiene que ver con las demandas y reivindicaciones de las protestas originales. Siria a día de hoy puede calificarse como un estado fallido. En medio de este caos, se encuentra la población civil Siria. Puede decirse que se trata de uno de los conflictos más crueles de la historia en la que los ataques a la población civil se utilizan de manera generalizada como arma de guerra. Se está empleando contra esa misma población civil armamento poco selectivo y de gran potencia destructiva como las bombas de barril y de fragmentación. Incluso se están llevando a cabo operaciones militares con el objetivo de producir un flujo de refugiados y crear problemas de carácter logístico en el bando enemigo. A esto hay que añadir la severa crueldad con la que operan ciertos grupos que propugnan un islam de carácter fundamentalista y radical y que se encargan de eliminar de manera sistemática a todos los opositores a estas creencias dentro de sus zonas de dominio.

"Puede decirse que se trata de uno de los conflictos más crueles de la historia en la que los ataques a la población civil se utilizan de manera generalizada como arma de guerra".


Éstas y no otras son las auténticas razones que provocan el éxodo masivo de ciudadanos sirios al exterior. Se estima que en cinco años de guerra han muerto casi medio millón de personas, según algunas estimaciones. Y si nos quejamos de los que consiguen llegar hasta Europa, sólo tenemos que hacer un repaso de las escalofriantes cifras de refugiados en los países del entorno más cercano: 2 millones y medio en Turquía, más de 1 millón en Líbano, más de 500.000 en Jordania… La reciente marcha del conflicto, en el que algunos países de la región no ocultan sus intenciones de implicarse aún más en el mismo, no ofrece expectativas nada halagüeñas de cara a la pacificación de la zona. La respuesta que debemos dar desde esta nuestra Unión Europea no puede ser otra que desde la ley y el derecho. El ordenamiento no dice otra cosa sino establecer una obligación jurídica de proteger a los refugiados. Además, honradamente pienso que desde Europa tenemos una importante responsabilidad histórica en la gestación del conflicto. Caso contrario, podemos empezar a plantearnos en extirpar de nuestros ordenamientos la Convención de Ginebra de 1951.

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